jueves, 8 de septiembre de 2011

Eran las nueve de la mañana cuando subimos al coche para regresar a nuestra realidad, durante todo el camino no dejaste de recordarme todo lo que sentías por mí y sobre todo lo que sufriste en aquella ocasión en la que decidiste distanciarte durante un tiempo para tener plenamente seguridad de lo que sentías. Tus ojos me miraban con una gran ternura y yo acariciaba tu cara con un amor inexplicable…
Llegó el momento de separarnos, nos detuvimos a la entrada del pueblo y yo me bajé del coche.
-¡Lucía! ¡Te quiero!-dijiste mientras me alejaba.
Yo volví la vista hacia ti y te sonreí. Seguí caminando rápidamente para no llegar demasiado tarde a casa. Durante el camino iba recordando todos los instantes que habíamos compartido, me sentía realmente en una nube, pero, cuando abrí la puerta de casa, los remordimientos acudieron a mi mente. No estaba nada bien lo que había sucedido, antes de que todo esto ocurriera debíamos haber zanjado nuestras anteriores relaciones… Pero en esos momentos tomé una decisión: no dejaría que nada ni nadie me arruinara la felicidad que había sentido al estar a tu lado, ya era hora de ser egoísta y pensar, por una vez en mi vida, únicamente en mí…

No hay comentarios:

Publicar un comentario