lunes, 8 de agosto de 2011


Durante todo el día estuve pensando en ti, la verdad es que ya estaba acostumbrada a hacerlo, pero ahora tenía un motivo poderoso para retenerte en mis pensamientos. A pesar de que el remordimiento acudía a mí, no podía dejar de imaginarme cómo sería este nuevo encuentro entre los dos después de tanto tiempo…  La hora se iba aproximando, me preparé con la ilusión de una chica de quince años ante su primera cita, me miré al espejo, retoqué mi maquillaje,  cogí mi bolso y salí a encontrarme contigo.
 Los nervios se iban apoderando de mí, estaba tan emocionada que no podía controlar esa explosión de felicidad que me poseía… Ya faltaba muy poquito para estar nuevamente a tu lado, detuve mi caminar durante unos segundos, respiré profundamente y continué andando hasta donde habíamos  quedado. A pesar de la oscuridad de la noche, vi tu coche a lo lejos. Al verme llegar saliste de él para recibirme,  te acercaste a mí y me sonreíste…
-¡Lucía!
Abriste la puerta del coche y me invitaste a subir. Desde dentro te observé mientras recorrías el corto camino que llevaba de mi puerta a la tuya y descubrí lo realmente guapo que ibas. Aunque no lo creas, esa noche estabas realmente atractivo… Cuando entraste al coche pusiste tu mano sobre la mía, me miraste a los ojos durante unos segundos y dejaste caer un tímido ``te quiero´´.  Te parecerá mentira, pero me ruboricé.
 Pusiste el coche en marcha y nos alejamos de allí, fuimos rodeando la costa hasta llegar a una pequeña casita que tus padres tenían en una villa cercana al pueblo, yo no tenía conocimiento de su existencia, ni tampoco de donde me llevarías aquella tarde, fue una grata sorpresa para mí…
Al llegar saliste del coche rápidamente, galantemente abriste la puerta, extendiste tu mano hacia mí para ayudarme a salir y me besaste en los labios tímidamente. Cogidos por la cintura  andamos hacia la casa…

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